dimarts, 31 de maig del 2011

¡Shhhhh!

Todo el mundo guarda silencio en la biblioteca. Cada uno tiene su misión, sus apuntes que leer, sus exámenes que preparar. Todos juntos, como sardinas, afanándonos en cumplir nuestro cometido, sudando bajo las mismas luces. Da igual que el dís esté gris, blanco o dorado, en la biblioteca toda luz es mortecina, supongo que para contrastar con el mobiliario pleistocénico. Aquí, juntos, en comunión estudiantil, respiramos al unísono pero evitamos mirarnos a los ojos. Cuando alguien tose, nos sobresaltamos, y si algún incauto decide levantar la voz, recibe automáticamente la amonestación de la bibliotecaria y de unas cuantas de las ovejas.
Vamos, como la vida misma. Una puta mierda.
Por eso prefiero estudiar en el patio. Ahí, por lo menos, se puede fumar.

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